martes, 5 de mayo de 2020

LA ESPERANZA Y EL DESAPEGO

Una persona cercana y querida ha tenido en los últimos diez años a dos familiares con graves problemas de salud, a los dos les ha dicho lo mismo “Sabemos que esto puede acabar de dos formas: con la muerte o con la curación. Sé que hay dos opciones, pero yo solo considero una. Si va mal, ya tendré tiempo de llorar después. Pero que sepas que te necesito y tengo plena confianza que te curarás." Mantuvo la esperanza hasta el último día. Hace tres meses otro familiar estaba gravemente enfermo y sin ninguna posibilidad médica, entonces reflexionaba conmigo acerca de si era un inconsciente o inmaduro por creer que este tercer familiar se curaría a pesar del diagnóstico y opiniones médicas. Le respondí, que hizo muy bien en creer en la curación hasta el último momento, decía Aristóteles que, “La esperanza es el sueño de los que estamos despiertos”, y aunque sus dos familiares no tuvieron la remisión de los síntomas físicos, el hecho de haber experimentado el amor, el acompañamiento, la fortaleza del clan, sentirse parte de algo más grande, etc. también les curó, en un plano al que nuestros anhelos no pueden alcanzar a ver. La esperanza no está reñida con el desapego, estar desapegado no es que no te importen las cosas, ni no poseer nada; ni no esperar nada, desapegarse es asentir al resultado y no ser poseído por las cosas ni por nuestros anhelos.
Ese es el milagro ordinario, asentir a la realidad y estar presentes con todo el corazón. Luego puede ocurrir un milagro extraordinario como el que ha ocurrido con su tercer familiar que ha remitido de sus síntomas contra todo pronóstico. La vida nos vive

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