Freud nos
regaló el concepto de "atención flotante", una actitud terapéutica
que permite escuchar el discurso del paciente sin evaluar, simplemente
recogiendo lo que explica. Este concepto nos es muy útil cuando los médicos y
terapeutas escuchamos los sufrimientos de nuestros pacientes: empatía y
presencia más que simpatía.
En el budismo Zen, ya se conocía esta actitud a la hora de meditar, se trata de percibir y contemplar lo que llega a la consciencia, sin pensar en ello; se trata simplemente de estar receptivos a lo que llega a la consciencia. Asentir a la realidad sin emitir juicios.
Me gusta ejercitar la atención flotante, como médico por supuesto, pero también como peatón que medita.
Se ejercita la atención flotanto cuando caminamos serenamente con atención a lo que ocurre alrededor sin juzgar, caminar siendo consciente de nuestros pasos.
A veces somos privilegiados y conseguimos el sosiego del alma porque estamos caminando en medio de un bosque, el arte consistirá en meditar caminando por una calle ruidosa, con miles de estímulos visuales, auditivos, olfativos, etc.tendremos mérito si caminando conscientemente por la ciudad conseguimos sonreir a la realidad, sobre todo cuando esa realidad no es placentera e incluso es dolorosa.
Las grandes peregrinaciones como el camino de Santiago siempre tendrán un efecto positivo en el alma, sin embargo, no hace falta ir a la India para iluminarse, quizás basta con resolver la vida cotidiana con elegancia, atención y asentimiento. Se trata de caminar atentos, una especie de “no buscar”, porque quizás en ese no buscar, lo que encontraremos será a nosotros mismos.
En el budismo Zen, ya se conocía esta actitud a la hora de meditar, se trata de percibir y contemplar lo que llega a la consciencia, sin pensar en ello; se trata simplemente de estar receptivos a lo que llega a la consciencia. Asentir a la realidad sin emitir juicios.
Me gusta ejercitar la atención flotante, como médico por supuesto, pero también como peatón que medita.
Se ejercita la atención flotanto cuando caminamos serenamente con atención a lo que ocurre alrededor sin juzgar, caminar siendo consciente de nuestros pasos.
A veces somos privilegiados y conseguimos el sosiego del alma porque estamos caminando en medio de un bosque, el arte consistirá en meditar caminando por una calle ruidosa, con miles de estímulos visuales, auditivos, olfativos, etc.tendremos mérito si caminando conscientemente por la ciudad conseguimos sonreir a la realidad, sobre todo cuando esa realidad no es placentera e incluso es dolorosa.
Las grandes peregrinaciones como el camino de Santiago siempre tendrán un efecto positivo en el alma, sin embargo, no hace falta ir a la India para iluminarse, quizás basta con resolver la vida cotidiana con elegancia, atención y asentimiento. Se trata de caminar atentos, una especie de “no buscar”, porque quizás en ese no buscar, lo que encontraremos será a nosotros mismos.
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