martes, 21 de abril de 2015

INMIGRANTES

Desde los diecisiete años me marché de la casa paterna, casa que siempre ha estado abierta, y hace muchos años que me marché de mi ciudad, de mi país, no me puse ninguna flor en el pelo para atreverme, pero si experimenté la mezcla de ansiedad e ilusión de quien pretende coger las riendas de su futuro.
Hace unos días, una amiga querida que estudia el fenómeno migratorio hablaba de la valentía de los que se han atrevido a cruzar mares y fronteras para conseguir sus sueños, pienso que también los que han decidido tomar la vida y aprovecharla en el lugar a donde pertenecen, son dignos de admirar, es decir quien se hacer responsable de su vida y se esfuerza por aportar algo a la familia y pueblo que pertenece, es digno de admiración, quizás en los que emigramos “con una mano adelante y otra mano atrás” tal admiración suele ser más evidente.
Entre los grandes personajes de la historia hay quien ha necesitado emigrar para poder crear: García Márquez, Nikolai Gógol, Marguerite Yourcenar, pero también los hay quienes no han necesitado más que su tierra: Juan Rulfo, Emmanuel Kant, etc.
Hay emigraciones dramáticas, especialmente las de las pateras en los océanos, las de los mexicanos cruzando el río bravo, las de los centroamericanos cruzando hacia México... pero aún en los casos de emigración más afortunada, siempre hay el peso constante de la distancia.
Cuando te conviertes en inmigrante, lo eres para siempre, por más que establezcas tu morada en un sitio distinto a donde perteneces, por más que vuelvas a donde has nacido, vivirás con la doble riqueza –y doble nostalgia- de pertenecer a dos pueblos y de añorarlos por más que los tengas dentro.
Me gusta sentirme parte de los emigrantes de este mundo, me esfuerzo cada día para que esa decisión de dejar mi país, tenga sentido, me gustaría poder aportar algo siendo Mexicano... espero conseguirlo.
Decidí emigrar, y lo que vamos eligiendo en la vida nos imprime carácter, huella indeleble. No hay tatuaje mayor que el que te fabricas con tus decisiones y tus acciones. Tus elecciones se convierten en sino, tu biografía se convierte en biología.

Soy un inmigrante y me parece bien.

1 comentario:

Josu Sein dijo...

A mí me gustaría ser un emigrante. Pero creo que me encontrase con lo que me encontrase seguiría considerándome apátrida.