Desde
los diecisiete años me marché de la casa paterna, casa que siempre ha
estado abierta, y hace muchos años que me marché de mi ciudad, de mi
país, no me puse ninguna flor en el pelo para atreverme, pero si
experimenté la mezcla de ansiedad e ilusión de quien pretende coger las
riendas de su futuro.
Hace
unos días, una amiga querida que estudia el fenómeno migratorio hablaba
de la valentía de los que se han atrevido a cruzar mares y fronteras
para conseguir sus sueños, pienso que también los que han decidido tomar
la vida y aprovecharla en el lugar a donde pertenecen, son dignos de
admirar, es decir quien se hacer responsable de su vida y se esfuerza
por aportar algo a la familia y pueblo que pertenece, es digno de
admiración, quizás en los que emigramos “con una mano adelante y otra
mano atrás” tal admiración suele ser más evidente.
Entre
los grandes personajes de la historia hay quien ha necesitado emigrar
para poder crear: García Márquez, Nikolai Gógol, Marguerite Yourcenar,
pero también los hay quienes no han necesitado más que su tierra: Juan
Rulfo, Emmanuel Kant, etc.
Hay
emigraciones dramáticas, especialmente las de las pateras en los
océanos, las de los mexicanos cruzando el río bravo, las de los
centroamericanos cruzando hacia México... pero aún en los casos de
emigración más afortunada, siempre hay el peso constante de la
distancia.
Cuando
te conviertes en inmigrante, lo eres para siempre, por más que
establezcas tu morada en un sitio distinto a donde perteneces, por más
que vuelvas a donde has nacido, vivirás con la doble riqueza –y doble
nostalgia- de pertenecer a dos pueblos y de añorarlos por más que los
tengas dentro.
Me
gusta sentirme parte de los emigrantes de este mundo, me esfuerzo cada
día para que esa decisión de dejar mi país, tenga sentido, me gustaría
poder aportar algo siendo Mexicano... espero conseguirlo.
Decidí
emigrar, y lo que vamos eligiendo en la vida nos imprime carácter,
huella indeleble. No hay tatuaje mayor que el que te fabricas con tus
decisiones y tus acciones. Tus elecciones se convierten en sino, tu
biografía se convierte en biología.
Soy un inmigrante y me parece bien.
Soy un inmigrante y me parece bien.
1 comentario:
A mí me gustaría ser un emigrante. Pero creo que me encontrase con lo que me encontrase seguiría considerándome apátrida.
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