miércoles, 25 de marzo de 2015

HOTEL DE DREAM

ALLEN GINSBERG - EDMUND WHITE - STEPHEN CRANE

Siempre he sido un apasionado lector, temporadas más, temporadas menos. La anécdota de que me caía por la calle o me tropezaba con la gente por ir leyendo cuando era adolescente, es un mito familiar alimentado y exacerbado por alguna anécdota real.
Ha habido temporadas en las que la literatura ha sido la única justificación de mi paso por esta tierra.

La semana empezó revisionando la película “Howl”, habla del juicio al editor de Ginsberg por “distribución de pornografía” con el poema que da nombre a la película. La primera lectura del poema en San Francisco, el juicio y una entrevista personal a Ginsberg (bordado por el camaleónico James Franco), podrían haber conseguido un biopic documental que rompiera los moldes, pero la innecesaria repetición de algunas estrofas del poema y la inclusión de animaciones que no acaban de encajar, permiten entender como es que no tuvo gran eco la película, aún cuando hablaba de ese genio – para muchos- de Ginsberg.

Ayer terminé de leer “Hotel de Dream” de Edmund White- me emocioné experimentando una especie de nostalgia por haber estado viviendo dentro del libro unos días y tener que salir, eso si, esa novela es ya uno de mis universos paralelos.

El protagonista de esta bellísima novela de Edmund White es Stephen Crane, clásico de la literatura norteamericana, quien murió a los 28 años de tuberculosis. White narra los últimos días de Crane cuando enfermo de tuberculosis le dicta a su mujer un relato sobre la obsesión de un banquero por un chico de quince años en el Manhattan finisecular.

Edmund White consigue un relato conmovedor y aun siendo ficticio – pues solo hay pequeños indicios de que Stephen Crane habló sobre ese chico alguna vez con su editor, nada más-, consigue que podamos entender el apasionamiento de Stepen Crane, su facilidad para transformar lo cotidiano de Nueva York en relatos bellísimos, para encontrar belleza incluso en personajes patéticos, tanto que pensaba titular uno de sus libros “Flores del asfalto”.

Disfruté desde la primera línea, contuve la respiración con un Stephen Crane muriendo exhausto de toser, agotado por la fiebre, aniquilado por el dolor. Estuve ansioso como su esposa preguntándome por el destino de cada uno de los personajes del relato “Del chico pintado”, pues es otra de las virtudes de este libro, de alguna manera introduce a los escritores imberbes en la belleza y dificultad del proceso creativo.

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