Le seguí
discretamente mientras empujaba el carrito de la compra que le servía de bodega
y almacén de los objetos que recolectaba en los contenedores. No era muy
diferente que muchos pepenadores urbanos a los cuales ya vemos sin sorpresa por
la ciudad. Lo que me llamó la atención era la mezcla de sobriedad y gracilidad
en sus movimientos, como si estuviera poseído por una dignidad de la cual no
era consciente.
Objetos
metálicos, una cafetera vieja, trozos de madera, pequeños billetes de esperanza
para aquel hombre pequeño, de unos 40 años y unos zapatos que parecían más
viejos que él; el pantalón ajustado con un cinturón enorme cuya punta se movía
sinuosamente, como sus pasos.
Sus
paradas en las esquinas donde habitan los contenedores, testigos mudos de la
fábrica de basura que somos, me daban oportunidad de pensar en él como persona,
en el telediario habían dicho que “Por causa de la luna llena y del mar en
calma, habían llegado cientos en pateras a las costas”, yo replicaba interiormente
que la causa era el hambre entre otras cosas, y la luna hermosa solamente la
ocasión. Pensé en su mujer, si tenía; en su madre, si vivía; en sus hijos, Y me
pregunté donde vivía.
(Ya
sabemos que nuestra indignación es pronta y ontológica mientras no suponga un
esfuerzo de nuestra mano )
En uno de
los contenedores encontró un espejo de mano, era la primera vez que sonreía al
encontrar algo, limpió el espejo con la manga de su jersey, se miró explorando
su rostro con discretos movimientos, reparó con sorpresa en sus cabellos, se
limpió la cara, se acarició el cabello.
FOTO DE ARTURO MEDINA http://www.fotocommunity.es/fotografo/arturo-medina/1492212
1 comentario:
Que bueno volver a leerte.
Gracias
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