O como las experiencias grupales nos redimen como seres humanos.
Vivimos un tiempo y una cultura que nos exige ser exitosos, eternamente jóvenes y felices, la realidad es diferente, si nos despojáramos de todas las prótesis y maquillajes; y liberáramos los instintos menos civilizados encontraríamos un panorama dantesco y maquiavélico.
El sistema nos ha introducido una mentira individualista “si tú te preocupas por tu felicidad, por tu éxito, por ti mismo, entonces podrás estar en condiciones de aportar a los demás” es una falacia porque ese sistema no ha funcionado y no ha conseguido personas felices, antes bien personajes solitarios, individualistas, narcisistas y muchas veces mezquinos.
Hay pocos reductos para experiencias colectivas, pero cuando los encontramos son un hontanar de agua fresca. Especialmente en el campo terapéutico.
Las soluciones terapéuticas en grupo tienen unas cuantas características que le dan un lugar privilegiado entre las distintas formas de terapia, cuando trabajamos en grupo experimentamos una sensación de fraternidad que nos devuelve la confianza en el ser humano, no es solo la burda comprobación de que otros también tienen dificultades, es más bien la alegría de encontrar la solidaridad en un espacio colectivo.
Hace tiempo que reflexiono en el hecho de que si una persona tiene el valor de explicar su asunto delante de un grupo, seguramente su problema tiene una solución más fácil que si tal asunto se tuviera que mantener bajo un estricto secreto, y no es solamente por la experiencia de la catarsis, sino también porque cuando algo sale a la luz, ya no necesita metáforas exteriores en forma síntomas y sufrimientos, ya no es necesaria una raíz en la herida.
El trabajo en grupo –especialmente con figuras sistémicas- nos la oportunidad de asumir una postura honesta y responsable delante de lo que estamos viviendo, abandonamos los maquillajes y las prótesis mentales que hemos ido adquiriendo para poder sobrevivir. En una entrevista individual el terapeuta podría interpretar, explicar un síntoma, interpelar una idea del paciente, etc. Y sin embargo, el paciente podría resistirse, en cambio en el grupo, la imagen que se obtiene mediante el trabajo colectivo es incontestable, delante de ella solo nos cabe el asentimiento y la responsabilidad, pues las imágenes aunque son terapéuticas, exigen de nosotros asumir la consecuencias y dar los pasos coherentes con el trabajo realizado.
El humano solitario y desolado, necesita una cosmética mucha veces superficial, contrapongo a esa postura vivir cosas colectivas: una familia, un grupo de amigos, un grupo solidario… en este caso que me ocupa un grupo terapéutico. Confío en el trabajo que realizo porque considero que si alguien ya se toma un día de su agenda, tiene la valentía de exponerse a un público, ejercita la honestidad dejando de lado los maquillajes y hace la higiene relacional correspondiente, el trabajo grupal le ayudará con el resto.
Ante la cosmética de falso éxito, hace falta recordar QUE LO UNICO QUE TE IMPIDE SER FELIZ ES CREER QUE ESTAS SOLO.
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