miércoles, 6 de diciembre de 2017

EL SILENCIO PARA SUPERAR EL MIEDO



 
Ese instante, en el cual los pulmones hacen el cambio de inspiración a espiración, es sagrado, allí habita el silencio, allí está lo más profundo de nuestro ser.

El silencio es pausa, asentimiento, ritmo y conexión.

Cuando una persona tiene un diagnóstico médico de gravedad, entre las muchas vicisitudes a las que se enfrentará, está el miedo, de allí que mi primera preocupación como médico, y como familiar, es que las personas que sufren puedan asentir a ese diálogo difícil que la vida les pone sin (tanto) miedo.

He visto con mucha frecuencia que el miedo al diagnóstico y la incertidumbre lleva a muchos pacientes a agravar su salud, pero también he tenido la suerte de ser testigo de seres queridos que asumieron sus dificultades con una actitud que rayaba en una belleza mística, una estética del silencio.

Quiero explicar la situación de una pareja que vivió la enfermedad de uno de ellos con un sentido práctico de las cosas, sin quejarse de sus circunstancias, incluso pareciera que siempre sabían cuál era el paso siguiente, ella se doctoró en cuidados: cocinera, enfermera que sabía de glucosa, de presión arterial, y de horario de los medicamentos; aprendió los puntos esenciales para hacerle ventosas de la medicina tradicional china, actividad que le llevaba una hora diaria de su tiempo. Era conmovedor ver el humilde ritual que tuvieron durante meses: médicos, analíticas, medicamentos, cuidados en los alimentos, ORAR UN RATO CADA DÍA, la aplicación de las ventosas, etc.

Me hipnotizaba verlos centrados, serenos, amorosos uno con otro. Un día se pusieron a pensar que a lo mejor no ganaban nada orando, pero sentían que, con esa práctica, habían perdido el miedo a la muerte, habían perdido el enfado que tenían con las circunstancias, habían perdido la tristeza y habían ganado el silencio.
Tengo respeto y veneración por las personas que en circunstancias difíciles mantienen su dignidad, los podemos ver derrotados físicamente en la cama, pero si observamos con atención veremos que están en silencio, dignos, presentes ante la IN FIRMEZA. Crece mi admiración cuando veo que en ese trance doloroso son capaces de sentir el agua caliente como una caricia, viven esa riqueza agradecidos, son conscientes de que saborear una comida es un privilegio y que tener una cama limpia es una alegría… Mi compasión sigue presente para los que necesitan quejarse. Soy de los que piensa que puedes expresar que algo te duele sin darle tantas vueltas con la cabeza, se puede llorar, sentir ansiedad, miedo, un nudo en alguna parte del cuerpo, etc. pero seguramente las personas despiertas no se recrean en el lamento, ni en la queja, si algo duele: lo sientes, lo expresas, lo lloras, lo gritas, etc. pero una persona despierta no le da vueltas: El dolor es inevitable, el sufrimiento es una elección.
El silencio tiene fuerza, “El problema es que el silencio no es productivo, y cuestiona. Por eso no se fomenta. La sociedad laica no ha conseguido espacios de silencio, hacemos demasiado ruido. El silencio ha quedado relegado a lo religioso, a lo sacro. No debería ser así. Y eso es otra derrota de la sociedad civil”.  Ramón Andrés.
Estar en silencio no es lo mismo que estar callado, ninguna de las dos cosas es productiva, pero el silencio tiene un toque místico, estar callado es simplemente no usar la voz, no hacer ruido.
Es fácil identificar al silencio con la ausencia de ruido, pero a veces en medio del ruido de las dificultades también puedes estar en silencio, porque silencio es atención, pausa, asentimiento, ritmo e incluso conexión. Cuando alguien vive algo muy difícil, cuando un dolor es verdadero, algo en el ser del sufriente está disponible para el silencio.

La fisiología nos enseña que el silencio está al alcance de cualquier persona que respire, está al alcance incluso de los que somos ruidosos. Desde muy pequeño supe que yo era muy ruidoso y sobre todo que hablaba mucho, tenía admiración por las personas que podían estar en silencio. Después, en mis épocas atormentadas, el ruido emocional era insoportable, fue cuando estudié biología cuando supe que el silencio estaba al alcance de cualquier persona que respirara, estaba a mi alcance, aunque yo fuera ruidoso, me fascinaba pensar en ese breve instante en el que la inspiración cambia a espiración y viceversa: No pueden estar las dos al mismo tiempo, y justo en ese cambio ALLÍ ESTABA EL SILENCIO, me quedé tranquilo había silencio en mí, solo debería entrenarme.

La vida no siempre es fácil, pero siempre es fascinante, entrenarnos en el silencio nos permitirá superar el miedo.

3 comentarios:

Conxi dijo...

Aquest relat ara mateix és com la carícia d'aigua calenteta que anomenes. I mirall del meu company,que em fa veure, que el retret meu, oh ruidosa parlanchina, no és més que desordre dins la seva honorable estabilizar.

Unknown dijo...

Me gustó mucho el o tú artículo es muy interesante, y verdadero. Me identifiqué xq yo también oro por mi salud y la de otras personas y creo que Dios me ve con ojos de bondad y misericordia y me regala más días de VIDA

Unknown dijo...

Gracias mil prima