viernes, 16 de junio de 2017

CANTAR PARA DAR VIDA


Con agradecimiento para mi madre.
Mientras Edipo se convertía en un taumaturgo que curaba mediante su canto a los enfermos de la peste (a los vivos y a los muertos), también mi madre se convertía en una Aedea que dentro de una Iglesia ejecutaba un canto incesante como metáfora de la vida que había dado a sus hijos y que pretendía prolongar, avivar y cuidar.
“Mama, ¡canta! Porque si no me duermo” eso decía una prima en el sepelio de mi abuelo, y resulta que el canto de la tía no fue solo una gran sorpresa, sino también un bálsamo para los presentes, y todos descubrieron esa fuerza sanadora que el canto tiene, y tuvieron la intuición de que una fuerza curativa también habitaba en ellos.
El canto puede curar, la música puede curar y dar vida, porque a veces se convierte en una experiencia trascendente, experiencia cumbre diría Abraham Maslow, mediante la cual puedes percibir algo transpersonal en tu vida, puedes conectar con un todo, y es entonces cuando el sufrimiento deja de ser rector de tu vida, y en algunos casos incluso desaparecer.
Mi reflexión no es una invitación a la negligencia personal delante de la enfermedad y el sufrimiento personal, es un ofrecimiento a encontrar un sentido más pleno del dolor.
En mis sueños Edipo sigue ejerciendo de Chamán que cura y mi madre sigue cantando para que yo tenga vida.

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