jueves, 25 de agosto de 2016

INTELLIGE UT CREDAS, CREDE UT INTELLIGAS

Hay un trozo de la calle diputación de Barcelona que en una acera tiene a la Universidad y del otro lado al Seminario: una calle que une a la ciencia y a la Fe. Ese trozo de calle tiene además –como muchas otras calles- árboles plataneros, una reivindicación de la vida emergiendo del asfalto.

Las hojas de esos árboles filtran los aires de la Fe y los aires de la ciencia, y se sienten cómodos con ambos, Agustín de Hipona estaría orgulloso de ellos, han hecho caso de su mandato: Entiende para que creas; cree, para que entiendas. ("Intellige ut credas, crede ut intelligas").

De manera análoga, caminar consciente y tranquilamente bajo la sombra de esos árboles, me sirve muchas veces para vivir una meditación peripatética y urbana. 
La elaboración creativa y consciente del acto de meditar es un paso previo para estar simplemente “presente” con el todo y con lo que se tiene enfrente; creo que la “iluminación” en el fondo es el despertar a la vida cotidiana.

También creo que caminar de manera consciente, además de ser un placer puede ser un acto de meditación.

Cuando camino conscientemente, a veces llego a la conclusión que las mejores vacaciones están en tus movimientos.

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