Estar en silencio no es lo mismo que estar callado, ninguna de las
dos cosas es productiva, pero el silencio tiene un toque místico, estar callado
es simplemente no usar la voz, no hacer ruido.
El silencio tiene mucha fuerza, siempre he tenido especial
veneración por las personas que me pueden explicar sus dificultades sin
quejarse y sin dramatizar de manera excesiva. Soy de los que piensa que puedes
expresar que algo te duele sin darle tantas vueltas con la cabeza, se puede
llorar, sentir ansiedad, miedo, un nudo en alguna parte del cuerpo, etc. pero
seguramente las personas despiertas no se recrean en el lamento, ni en la
queja, si algo duele lo sientes, lo expresas, lo lloras, lo gritas, etc. pero
una persona despierta no le da vueltas: El dolor es inevitable, el sufrimiento
es una elección.
Es fácil identificar al silencio
con la ausencia de ruido, pero a veces en medio de las dificultades también
puedes estar en silencio, silencio es pausa, asentimiento, ritmo e incluso
conexión. Cuando alguien sufre algo muy difícil, cuando un dolor es verdadero,
algo en el ser del sufriente se queda en silencio.
La fisiología nos enseña que el
silencio está al alcance de cualquier persona que respire, está al alcance incluso
de los que somos ruidosos. Me fascina pensar en ese breve instante en el que la
inspiración cambia a espiración y viceversa: No pueden estar las dos al mismo
tiempo, y justo en ese cambio ALLÍ ESTÁ EL SILENCIO.
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