Augusto Monterroso decía que los malos escritores escriben novelas, los buenos escriben cuentos y los mejores poesía.
Un nueve de julio de 1918 nacía
Alí Chumacero, un escritor y editor, pero sobre todo un gran poeta.
Que una vez que tengamos el pan en la mesa y la dignidad preservada, no
perdamos de vista las cosas esenciales, una de ellas, la poesía, es decir
nuestra capacidad de creación verbal y no verbal, pues no olvidemos que para los
griegos, la poesía era cualquier actividad creativa, incluida la
artesanal.
Muchos hemos tenido la suerte de disfrutar de poesías escritas, pero
también hemos sido testigo de como personas analfabetas han articulado palabras
bellas que no han llegado a escribirse.
Debido a mi relativamente nueva obsesión por el mar os dejo un poema de Alí
Chumacero: Amor es Mar.
Amor es mar
Llegas, amor, cuando la vida ya nada me ofrecía
sino un duro sabor de lenta consunción
y un saberse dolor desamparado,
casi ceniza de tinieblas;
llega tu voz a destrozar la noche
y asciendes por mi cuerpo
como el cálido pulso hacia el latir postrero
de quien a solas sabe
que un abismo de duelo le sostiene.
Nada había sin ti,
ni un sueño transformado en vida,
ni la certeza que nos precipita
hasta el total saberse consumido;
sólo un pavor entre mi noche
levantando su voz de precipicio:
era una sombra que se destrozaba,
incierta en húmedas tinieblas
y engañosas palabras destruidas,
trocadas en blasfemias que a los ojos
ni luz ni sombra daban:
era el temor a ser sólo una lágrima.
Mas el mundo renace al encontrarte,
y la luz es de nuevo
ascendiendo hacia el aire
la tersa calidez de sus alientos
lentamente erigidos;
brotan de fuerza y cólera
y de un aroma suave como espuma,
tal un leve recuerdo
que de pronto se hiciera un muro de dureza
o manantial de sombra.
Y en ti mi corazón no tiene forma
ni es un círculo en paz con su tristeza,
sino un pequeño fuego,
el grito que florece en medio de los labios
y toma a ser el fin
un sencillo reflejo de tu cuerpo,
el cristal que a tu imagen desafía,
el sueño que en tu sombra se aniquila.
Olas de luz tu voz, tu aliento y tu mirada
en la dolida playa de mi cuerpo;
olas que en mí desnúdanse como alas,
hechas rumor de espuma, oscuridad, aroma tierno,
cuando al sentirme junto a tu desnudo
se ilumina la forma de mi cuerpo.
Un mar de sombra eres, y entre tu sal oscura
hay un mundo de luz amanecido.
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