jueves, 27 de octubre de 2011
ANTON CHEJOV
En estos días estoy releyendo a Chéjov, y me conmueve su capacidad de universalizar las nimiedades de los seres humanas, las situaciones absurdas y estrambóticas que viven sus personajes, dan constancia de lo efímero de la existencia humana, y bajo la sordidez del relato puede uno encontrar una cierta belleza.
Los relatos de Chéjov, que no son concluyentes (el artista hace preguntas, no da respuestas) son una invitación a que sea el lector el que encuentra la esperanza para esos personajes “enjaulados”.
Richard Ford dice: “Con Chéjov, compartimos la franqueza de la inalienable franqueza de la vida, compartimos la convicción de hasta que punto resultaría beneficioso que una mayor cantidad de sensación humana pudiera elevarse a un lenguaje claro y expresivo; compartimos la concepción de que la vida (en particular la vida con los demás) es una superficie bajo la cual debemos esforzarnos por construir un trasfondo convincente, a fin de que sea posible aferrarse a más cosas con menor desesperación, y compartimos una esperanzada intuición de que algo más de nosotros mismos –en especial esas partes que creemos que solo nosotros conocemos- puede ser susceptible de exponerse de manera clara y útil”
Chéjov ha redimido al mundo y a muchos seres humanos mediante sus relatos.
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