jueves, 10 de octubre de 2024

EL DESEO TE DESNUDA, EL "GOCE" TE ATRAPA


El deseo te desnuda, el goce te atrapa
¿En qué se distinguen el goce y el placer / deseo?
Los seres humanos buscamos el placer, es decir aliviar una tensión, la paradoja es que con el "goce" la tensión se sostiene. Podemos decir de entrada que el "goce" en Lacan es una especie de castración del deseo, ¿Porqué? por que no es lícito, por que no hay un merecimiento pleno, porque no hay un permiso profundo para el placer, para la intimidad, etc.
De esta manera, el “goce” Lacaniano tiene poco de gozoso, pues muchas veces no alivia la tensión, la sostiene; y cuando la alivia, la alivia dentro de un bucle, por ejemplo, el alcoholismo, las actitudes sexuales repetitivas, y aún más, la transmutación de un deseo original en un síntoma, o en la exacerbación de una obsesión. Siempre tendremos la duda de si por ejemplo, un interés apasionado intelectual que proporciona un gran placer, que partes tiene de goce y que aspectos tiene de deseo aliviado.
La paradoja es que el goce algunas veces es una satisfacción inconsciente no necesariamente placentera, porque a veces está llena de síntomas, una satisfacción "perversa" que va más allá del principio del placer y más allá de lo útil para vivir y reproducirse. Podemos poner por ejemplo el bucle en el que entran a veces las parejas discutidoras. "Hay parejas que no es que no se puedan separar uno del otro, no se pueden separar de la dinámica (goce) que han creado juntos".
Cada uno tiene su propia modalidad de “goce”, cada uno tiene su forma de castración, de bloqueo, a veces con síntomas, porque en el fondo, el goce ES UNA PULSIÓN PROTAGÓNICA.
Algunos placeres o alivios como el orgasmo no son la culminación del goce, sino la del placer.
El deseo, es deseo de lo que no se tiene, de lo que falta, mientras que el goce es lo que sí se tiene como exigencia del cuerpo, como “fuerza constante” de la pulsión, y eso que se tiene, puede ser un síntoma, una adicción, una neurosis, un bloqueo, una castración que impide el placer sexual, una coraza que crea una barrera para la intimidad amorosa y que muchas veces se sostiene con síntomas incluso físicos. 
En ese sentido, el placer es una defensa contra el “goce” de la misma manera que son defensas contra el goce el deseo y la fantasía (fantasme) sexuales.
El deseo nos impulsa a la relación, el goce es infecundo, no nos vincula. 
El deseo siempre nos dirige a otro, en el goce la energía se dirige hacia sí mismo.
FOTO: Lucian Freud, Cabeza de hombre (Autorretrato 1) 1963, (detalle)

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