Resulta paradójico que vivimos en una sociedad "aparentemente" hedonista,
que nos estimula constantemente, y sin embargo vivimos placeres que no nos
llenan del todo, a veces nos tienen atrapados y hasta pueden apartarnos del
propósito de nuestra vida: El alcoholismo por ejemplo. El hedonista por
antonomasia es Epicuro quien buscaba una vida feliz mediante los placeres, pero
no solamente buscaba el placer corporal, también el placer mental para llegar a
la "ataraxia" o serenidad. La finalidad de la filosofía de Epicuro no era
teórica, sino más bien práctica, buscaba sobre todo procurar el sosiego
necesario para una vida feliz y placentera en la que los temores al destino, los
dioses o la muerte quedaran definitivamente eliminados. Es por ello que digo que
el límite de un placer es un placer superior, y que si estamos atrapados en algo
es porque no hemos visto la posibilidad de un placer superior.
Por otro lado la vejez, la enfermedad, la pobreza, etc. limitan la cantidad
de placeres, sin embargo los placeres vividos desde la precariedad se viven con
mayor intensidad: "En Buenos aires los zapatos son modernos, pero no lucen como
en la plaza de un pueblo" cantaba Leon Gieco, y seguramente una cerveza una vez
a la semana sabe mejor que seis cervezas diarias, aplicado a cualquier placer.
Lo mismo que el placer de moverte cuando has pasado mucho tiempo en cama por
enfermedad.
El placer es una buena y legítima vía para evolucionar, nos suelen decir
que solamente con las crisis evolucionamos, yo creo que aprendes más de la
felicidad que de la desgracia, pero si estás dormido durante la felicidad,
vendrá el dolor a despertarte.
Evolucionamos por placer, pero no huimos de las dificultades.
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