
Ha llovido sin cesar durante 48 horas, este cielo veleidoso, ha vertido una fría lluvia empecinada en recordarnos el desamparo y la fragilidad, y bajo los pesados abrigos, se ha escondido también el entusiasmo.
Este cielo que hemos calificado de cruel, ha culminado su calamitosa misión acuchillando la atmósfera con diminutos puñales de hielo que nos han obligado a dormir abrigados por la soledad, mientras piezas oníricas escenificaban anhelos y temores por igual.
Fuimos obligados a pedir clemencia, nuestras almas humedecidas travestidas de plañideras solicitaron compasión, que las nubes le hicieran un hueco a los rayos del sol.
FOTO: Vetagrande, Zacatecas
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