
Sin duda uno de los grandes encantos que tiene esta ciudad es el mar.
Esta mañana he salido prudentemente abrigado, percibí el cielo ligeramente cubierto, Pero a las doce del día un intenso sol hacia que mi frente se coronase con gotas de sudor. Decenas de turistas rubios paseaban con sus pantalones cortos, sus camisetas, sus gafas y como no, sus chanclas con calcetines. Los más despistados ya llevaban colgados sus sombreros “semi – mexicanos”, estuve a punto de explicarles que no es un buen “souvenir” de Barcelona, pero me contuve, impulso que se repitió cuando aquellos gringos me preguntaron “about the most typical McDonald’s in Barcelona” tuve ganas de abofetearlos y darles la dirección del bar ramplax de toda la vida, ese que te pone el café a tu gusto, el zumito recién hecho, el fantástico bocadillo... pero confieso que les indiqué donde estaba el de las ramblas, ¿quién soy yo para cambiar sus hábitos?. El más despistado de los turistas me hizo dos preguntas de risa: ¿En que barrio vive Gaudí?, ¿Dónde está el estadio Santiago Bernabeu?
Hoy hace un día espectacular en Barcelona y me ha dado un chapuzón en el mar, ha sido agradable el reencuentro con las ancianas que no veía desde el pasado noviembre, no fui fiel a mi promesa de bañarme incluso en el invierno.
Y pensar que hasta hace poco el mar no me decía nada, mis ojos tan acostumbrados al desierto, a la tierra roja y al cielo cruel desconocían la placidez del vaivén eterno de las olas.
“Para los hombres del desierto lejano está el mar
En ti, querida Barcelona saboree la libertad”