miércoles, 30 de septiembre de 2015

ALUCINACIÓN EN LA LLUVIA



Dice Tranströmer que "Un poema no es otra cosa que un sueño en la vigilia". Yo por mi parte vivo agradecido a mis amigos, son la vigilia dentro de mi sueño, y cuantas más cosas pasan en la vida, más grandes se van haciendo ellos, los amigos y los sueños.
Hace poco, alguien muy querido al otro lado del atlántico estaba seriamente enfermo, a diez mil kilómetros de distancia tuve una alucinación, iba en el autobús por la Gran Vía de Barcelona, y mi cabeza sabía que estaba en Barcelona, pero mis ojos veían una calle de Zacatecas, mi voluntad de hierro era vencida por una nostalgia prístina y ontológica, mis ojos estaban en Barcelona, pero mi mirada paseaba por Zacatecas.
Ese mismo día llovía en Barcelona, una chica cayó de la moto, lloraba sobre el asfalto, no se hizo gran daño, era una como una florecilla de esas que crecen en las rendijas de los adoquines, flores urbanas de esas muchas de las que Stephen Crane se quedó con ganas de novelar, porque Stephen Crane murió joven, con tan solo 28 años. Y es que como dice Tranströmer, la muerte es un lunar que crece a distinta velocidad en todos, y quizás las palabras son un buen bálsamo para embellecer el recorrido.
Llueve en Barcelona, y las flores de asfalto se ponen melancólicas, y la lluvia se erige como vigilia de la vida y al mismo tiempo metáfora de las derrotas.